Obstetricia y Puericultura

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sábado, 9 de abril de 2011

Matitis (infección de los senos)


Definición

Mastitis es la inflamación del seno y se ve casi exclusivamente en mujeres. Es especialmente común entre mujeres que están en lactancia. Por lo general, la mastitis afecta un seno, pero puede afectar ambos senos.

Mastitis








© 2011 Nucleus Medical Media, Inc.

Causas

La mastitis ocurre cuando un conducto de leche en el seno se obstruye, o la piel alrededor del pezón se agrieta. Ambas situaciones permiten que entren bacterias e infecten el tejido del seno. Algunas causas de la mastitis son: embarazo, lactancia, tuberculosis, erupciones cutáneas o, con menor frecuencia, cáncer de seno. Este artículo se enfocará en los síntomas y el tratamiento de la mastitis asociada con la lactancia.

Factores de riesgo

Un factor de riesgo es aquello que incrementa su probabilidad de contraer una enfermedad o condición.
Los factores de riesgo incluyen:
  • Mastitis previa
  • Abrasión o agrietamiento del pezón del seno
  • Usar un sostén o prenda que sea demasiado ajustada
  • Omitir la lactancia
  • Lactancia irregular
  • Presión en los senos, causada por:
    • Dormir boca abajo
    • Sostener el seno demasiado ajustado durante la lactancia
    • Bebé que duerme sobre el seno
    • Hacer ejercicio (especialmente correr) sin un sostén de apoyo
  • Cualquier cosa que cause que permanezca demasiada leche en el seno, incluyendo:
    • Dentición del bebé
    • Uso de un pezón artificial o chupón
    • Colocación incorrecta del bebé durante las alimentaciones
    • Destetar abruptamente
  • Infección por cándida en el seno
  • Baja resistencia a infección o trastorno por deficiencia inmune
  • Psoriasis u otras condiciones cutáneas que afectan al pezón
  • Uso de medicamentos de cortisona
  • Anterior cirugía o implantes de seno

Síntomas

Los síntomas pueden incluir:
  • Fiebre
  • Fatiga
  • Náuseas o vómitos
  • Dolores, escalofríos, u otros síntomas similares al resfriado
  • Enrojecimiento, sensibilidad, o inflamación del seno
  • Una sensación de ardor en el seno
  • Un abultamiento que se siente endurecido o sensible en el seno
  • Pus que drena del pezón
  • Glándulas linfáticas inflamadas en la axila o encima de la clavícula

Diagnóstico

Su médico le preguntará acerca de sus síntomas y antecedentes clínicos, y examinará sus senos. Si el diagnóstico es incierto, o si se repite la mastitis, su médico puede ordenar los siguientes exámenes:

Tratamiento

El tratamiento puede incluir:

Medicamentos

Por lo general se usan antibióticos para tratar la infección y existe evidencia de que pueden reducir la duración de los síntomas. No se sabe con exactitud si los antibióticos son necesarios para curar la enfermedad o para disminuir el riesgo de complicaciones graves poco frecuentes, como infección del torrente sanguíneo.
Si la mastitis no responde a antibióticos, puede estar presente una acumulación localizada de pus llamada absceso. Por lo general, esto se trata con antibióticos y un procedimiento de drenaje o cirugía. La bacteria conocida como Staphylococcus aureus es responsable de muchos casos de mastitis bacteriana y la mayoría de abscesos, pero en años recientes el estafilococo se ha vuelto resistente a muchos de los antibióticos usados comúnmente. Las bacterias resistentes hasta ahora sólo se han reportado en raras ocasiones en asociación con mastitis, pero parece probable que la resistencia a antibióticos se vea eventualmente en la mastitis, probablemente requiriendo un cambio en los antibióticos habituales elegidos para esta infección.

Métodos para destapar los conductos mamarios obstruidos

Algunos métodos para destapar los conductos mamarios son los siguientes:
  • Dar de lactar frecuentemente: dar de lactar con mastitis no es dañino para el bebé cuando el tratamiento involucra antibióticos como cefalexina, amoxicilina o eritromicina. El uso de algunos otros antibióticos puede dictar precaución, especialmente cuando dé de lactar a un bebé menor de ocho semanas de edad. Pida el consejo de su médico si se usan antibióticos como bactrim (trimetroprim-sulfametoxazola) o doxiciclina.
  • Usar un extractor de leche materna
  • Aplicar compresas tibias a los senos antes de dar de lactar (para estimular el reflejo de eyección de leche)
  • Ofrecer al bebé primero el seno infectado (para fomentar el vaciado completo del seno infectado)

Alivio para el dolor

Para reducir el dolor y la inflamación en el seno:
  • Aplique compresas de hielo en el área afectada de su seno después de dar de lactar.
  • Si su mastitis no es causada por la lactancia, considere usar analgésicos sin prescripción como se lo recomiende su médico.
  • Si su mastitis es causada por el embarazo o lactancia, asegúrese de preguntar a su médico cuáles analgésicos son seguros para usted y su bebé. No se aconseja tomar aspirina durante el embarazo o lactancia.
  • Tome muchos líquidos
  • Descanse lo suficiente.
Si se le diagnostica mastitis, siga las indicaciones de su médico.

Prevención

Estrategias para ayudar a prevenir la mastitis incluyen:
  • Prevenir la congestión de los senos con leche al:
    • Dar de lactar frecuentemente
    • Usar extractor de leche materna
  • Lavarse las manos y el pezón antes de dar de lactar.
  • Evitar usar sostenes o ropa que estén demasiado ajustados.
  • Evitar dormir sobre sus senos, o permitir que un bebé duerma sobre sus senos.
  • Si sus pezones se agrietan, aplicar loción o crema como lo recomiende su médico.
 
Ultima revisión septiembre 2010 por Ganson Purcell Jr., MD, FACOG, FACPE
Last Updated: 10/18/2010

domingo, 3 de abril de 2011

MASTITIS EN LA LACTANCIA.


La mastitis es una enfermedad inflamatoria común del pecho que afecta a mujeres que amamantan a sus hijos. Los síntomas comunes son: dolor en el pecho, escalofríos, mialgias, fiebre. El examen del pecho revela edema unilateral, eritema y sensibilidad. La incidencia de la mastitis es mayor en las primeras semanas postparto, disminuyendo gradualmente después. Tasas de incidencia publicadas varían entre el 2% y el 33%. Esta variación ha sido atribuida principalmente a problemas metodológicos.
La mastitis ha sido asociada con primíparas, estrés, técnica de cuidados inadecuada, lo que lleva a un vaciado incompleto del pecho. Sin embargo, hay pocos estudios controlados que hayan estudiado los factores de riesgo. Parece claro que las fisuras, las grietas e inflamaciones del pezón, son factores que predisponen a la mastitis, pero no son ni necesarios ni suficientes. Un drenaje pobre, la acumulación de leche, y factores que favorecen la obstrucción de los conductos de la leche, como sujetadores muy ajustados o succión pobre por parte del niño, también son factores que se han informado aunque no hay estudios controlados que apoyen estas observaciones. El papel de la frecuencia de la lactación tampoco está claro.
Aunque no es una práctica común, el cultivo de la leche materna puede ser una prueba útil junto con los síntomas clínicos para la detección de la mastitis. Los agentes detectados más a menudo en los cultivos son Staphylococcus aureus y estafilococos coagulasa negativos.
El primer objetivo del tratamiento es facilitar la recuperación y prevenir complicaciones como abscesos o sepsis. Hay acuerdo en que la lactancia debe continuar y en que no supone ningún riesgo para el niño. Se recomienda también el descanso, aumentar líquidos, medicación para el dolor y el uso de antiinflamatorios. Hay poco consenso en relación con el tipo y duración de la antibioterapia y cuándo comenzarla por la falta de resultados de estudios científicos controlados. Hay tendencia a indicar antibióticos de amplio espectro y alto coste cuando los de bajo coste y bajo espectro podrían ser igual de efectivos.
Existen otras terapias como los ultrasonidos y homeopatía, pero no existe evidencia científica que apoye o rebata la eficacia y seguridad de estos tratamientos (38 referencias).

MASTITIS, EL “LADO OSCURO” DE LA LACTANCIA


Hasta un treinta por ciento de las mujeres que deciden amamantar a target="blank" sus bebés sufren mastitis, una infección de la mama que provoca su inflamación y fuertes dolores.
Un grupo de investigación del Departamento de Nutrición, Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la Facultad de Veterinaria de la UCM ha confirmado el éxito de una terapia con lactobacilos aislados de la propia leche humana.
Juan Miguel Rodríguez Gómez, coordinador de la investigación, explica así la naturaleza de esta enfermedad:
La mastitis se produce básicamente por una alteración del tipo de microorganismos que hay en la glándula mamaria. Al final del embarazo y durante la lactancia se forma una microbiota mamaria caracterizada por una gran diversidad bacteriana y una concentración moderada; esta comunidad bacteriana es importante ya que juega papeles beneficiosos para el lactante.
Sin embargo, diversos factores alteran esta situación, provocando el predominio de unas pocas especies, fundamentalmente estafilococos y estreptococos, a unas concentraciones mucho más elevadas de lo normal. El resultado es la inflamación del epitelio mamario y la obstrucción de los conductos galactóforos; en otras palabras, se forma la mastitis.

El problema del tratamiento radica en que gran parte de los agentes causantes de mastitis son resistentes a los antibióticos que se suelen utilizar en la práctica clínica. En tal situación, las mujeres afectadas sólo tienen dos opciones: o aguantar el dolor, o abandonar la lactancia. Esta enfermedad, de hecho, constituye la primera causa médica de abandono precoz de la lactancia materna.
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PROBIÓTICOS PARA RESTABLECER EL EQUILIBRIO MICROBIANO EN LA GLÁNDULA MAMARIA

Imagen de microscopio óptico en la que se aprecia la abundancia de bacterias (flechas negras) y células somáticas (flechas blancas) en una muestra de leche obtenida de una mujer aquejada de mastitis. Foto: Irene Espinosa y Esther Jiménez
Hace dos años, el grupo de investigación desarrolló un método alternativo para el tratamiento de esta patología, basado en la administración oral de dos lactobacilos probióticos que previamente habían aislado de la leche humana.
El experimento, que se llevó a cabo en veinte mujeres, a las que se dio o bien el preparado, o bien un excipiente que funcionara como placebo, fue todo un éxito: todas las afectadas que tomaron los probióticos mejoraron rápidamente en un periodo de entre cinco y siete días, al contrario que aquellas que sólo tomaron el placebo.
La eficacia mostrada por los lactobacilos impulsó al equipo dirigido por Juan Miguel Rodríguez a realizar un ensayo clínico para comparar la efectividad de los probióticos frente a los antibióticos que se prescriben normalmente para el tratamiento de las mastitis infecciosas durante la lactancia.
Los resultados obtenidos se han publicado recientemente en una de las revistas más prestigiosas en su campo: Clinical Infectious Diseases.
En el ensayo participaron 352 mujeres aquejadas de mastitis, que se distribuyeron aleatoriamente en tres grupos.
Las mujeres asignadas a los dos grupos con tratamiento probiótico A (n = 124) y B (n = 127) tomaron diariamente durante 3 semanas una dosis de 109 ufc de Lactobacillus fermentum CECT5716 o L. salivarius CECT5713, respectivamente.
Estas dos cepas de lactobacilos procedentes de la leche materna se seleccionaron en base a su origen, seguridad y propiedades antiinfecciosas e inmunomoduladoras; además, han sido caracterizadas exhaustivamente y ya se dispone de la secuencia de su genoma completo.
El tercer grupo (n = 101) recibió el antibiótico prescrito en su centro de salud (amoxicilina con ácido clavulánico, amoxicilina, cotrimoxazol, cloxacilina o eritromicina). Antes de iniciar el tratamiento, el recuento de bacterias en la leche de todas las participantes fue similar (entre 4,35 y 4,47 log10 ufc/ml), siendo Staphylococcus epidermidis, S. aureus y Streptococcus mitis las especies predominantes. No se detectaron lactobacilos en ninguna de las muestras.
Los síntomas clínicos se evaluaron con una escala arbitraria entre 0 (muy doloroso) y 10 (sin dolor) y la puntuación inicial de todas las mujeres osciló entre 2,01 y 2,35.
Al cabo de las tres semanas que duró el estudio, el recuento de bacterias en la leche de los grupos con tratamiento probiótico no difería de lo que se encuentra habitualmente en las mujeres sanas (entre 2,61 y 2,33 log10 ufc/ml) y era significativamente inferior al del grupo antibiótico (3,28 log10 ufc/ml, p<0,001). Asimismo, en la leche del 53,8% de las mujeres que habían tomado probiótico pudo aislarse el lactobacilo que se les había administrado.
En cuanto a los síntomas clínicos, las mujeres de los grupos a los que se habían administrado probióticos mejoraron notablemente (puntuación final entre 8,61 y 8,68) en comparación con las del grupo con tratamiento antibiótico (5,81, p<0,001).
Además, algunas mujeres de este último grupo no mejoraron y otras se sentían peor o continuaban teniendo un dolor intenso; de hecho, nueve de ellas abandonaron la lactancia. Cabe destacar que el tratamiento con antibiótico dio lugar a un mayor porcentaje (30,7%) de recurrencias que el tratamiento con probióticos (8,8%). Nueve de las mujeres tratadas con antibiótico desarrollaron candidiasis vaginal, un hecho que no se observó en ninguna de las mujeres a las que se les administró los lactobacilos.

A la vista de los resultados obtenidos, Juan Miguel Rodríguez está convencido de que L. salivarius CECT5713 y L. fermentum CECT5716 son una prometedora alternativa a los antibióticos en el tratamiento de las mastitis lactacionales. Por ello, su grupo de investigación continúa trabajando para desentrañar el mecanismo responsable de los efectos observados.
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R. Arroyo, V. Martín, A. Maldonado, E. Jiménez, L. Fernández y J. M. Rodríguez. “Treatment of infectious mastitis during lactation: antibiotics versus oral administration of lactobacilli isolated from breast milk”. Clinical Infectious Diseases, 2010, 50:1551-1558.


jueves, 31 de marzo de 2011

La inadecuada extracción de leche materna puede generar una molesta enfermedad llamada mastitis


Esta se caracteriza por la inflamación del tejido mamario y que la mayoría de las veces está relacionada con el proceso de amamantamiento.
 Fiebre, dolor, sensación de calor, enrojecimiento y endurecimiento de los senos son señales inequívocas de mastitis.
Un germen que existe en la piel cercana al pezón y a la areola y que, a través de fisuras presentes en el área, ingresa a los conductos o canalículos dilatados por la lactancia es el causante de esta condición. Las fisuras suelen ser resultado de la continua succión del bebé, que en ocasiones puede morder el pezón y aumentar el riesgo de sangrado.
Cuando la leche materna no se extrae de manera adecuada, se produce una inflamación que puede terminar en un proceso infeccioso e incluso en un absceso mamario –presencia de pus– que requiere drenaje, a veces quirúrgico.
La formación del absceso se presenta cuando a la mujer le cuesta trabajo seguir amamantando a su bebé por el dolor y endurecimiento del seno, lo que favorece la acumulación de la leche y esta, al estancarse, puede provocar un proceso infeccioso difícil de controlar.
En casos específicos, la mastitis puede presentarse en ambos senos, pero es más común que sea en uno solo.
De un 10 a un 15 por ciento de las mujeres que amamantan puede desarrollar mastitis relacionada con la lactancia. Esta se presenta en los primeros tres meses posteriores al parto; en ocasiones, en la primera semana.
 Medidas preventivas
Existen factores de riesgo para desarrollar esta enfermedad benigna como mastitis después de un embarazo previo, grietas o llagas en el pezón, técnicas inadecuadas de alimentación (utilizar solo una postura para amamantar al bebé) o usar un brassier demasiado ceñido que llegue a obstruir el flujo de leche.
Al amamantar a su pequeño, la mamá debe procurar que este desocupe por completo sus senos. Saltarse una toma puede favorecer su congestión –estos se endurecen–; por eso, es importante mantener la rutina, acorde con las necesidades del infante.
En caso de que los senos se congestionen, son útiles los paños de agua tibia para distensionar la piel del seno –hacerlo durante cinco minutos–.
Normalmente, la mujer produce leche a partir de la succión continua del infante. Sin embargo, cuando  no puede amamantar a su hijo, debe sacarse la leche con un extractor para evitar que esta se acumule. Es recomendable que se la saque cada dos o tres horas; así mantiene el estímulo de succión y favorece la liberación de oxitocina y prolactina, hormonas encargadas del proceso.
Esta rutina le permitirá, en la práctica, lograr que paulatinamente salga mayor cantidad de leche hasta el punto de tener una reserva.
Asimismo, es recomendable limpiar el pezón con leche materna después de cada toma. Otra precaución: utilizar algún tipo de protector que evite el contacto directo del pezón con el brassier.


Otros tipos de mastitis
 
Además de aquellas relacionadas con la lactancia, existen otras que se presentan cuando existe una enfermedad benigna en los conductos galactóforos de la mama (transportan la leche desde los lóbulos mamarios al pezón), que hace que se dilaten.
Es frecuente en pacientes fumadoras y se manifiesta, generalmente, por abscesos o fístulas que se producen alrededor de la areola. Esto se contrarresta con calor local y antibióticos.
Otras mastitis se presentan en mujeres de cualquier edad y no están relacionadas con lactancia. Las causas no son muy claras y se aduce que están relacionadas con la tuberculosis o la sarcoidisis. En este caso, es importante hacer un diagnóstico diferencial con cáncer (se realizan biopsias), pues esta clase de mastitis se puede confundir con dicha enfermedad. Sus síntomas son enrojecimiento del seno, inflamación y secreciones por el pezón.


Cómo alimentarlo
El recién nacido debe succionar un seno hasta desocuparlo por completo, permitiéndole que se alimente de la porción grasa que va al final de cada mamada.
Otros consejos: Se debe colocar cada tres a cuatro horas por espacios cortos. Luego de 24 horas y durante el tiempo de lactancia exclusiva, la alimentación debe ser a libre demanda, es decir, cada vez que el bebé lo solicite.La mejor posición para alimentarlo es aquella con la que la mujer se sienta más cómoda. Sin embargo, existen algunas recomendaciones: la cabeza del bebé debe estar en el pliegue del codo del brazo de la mamá, el brazo del bebé atrás (abrazando), la mano de ella debe sostener las nalgas del pequeño y el abdomen de ambos debe estar en contacto, ombligo con ombligo. Un 'buen agarre' del pezón garantiza el 80 por ciento del éxito de lactancia. Necesita de una boca completamente abierta y que la punta del pezón toque el paladar blando del bebé (la parte más posterior del paladar). Los labios del niño deben abarcar toda la areola.
Tratamiento
A partir del diagnóstico se inicia tratamiento con antibióticos que dura, en promedio, de 7 a 10 días. De igual forma, se aplican compresas de calor en el área inflamada. La mujer debe intentar sacar la leche del seno afectado, hasta vaciarlo por completo, pero amamantar al bebé por el seno contrario.
Es clave, igualmente, que aumente el consumo de líquidos. La mayoría de mastitis agudas se resuelven con medidas locales y antibióticos; un porcentaje no mayor al 10 por ciento puede terminar en un absceso mamario.

Nueva terapia contra la mastitis en mujeres lactantes


El dolor de pezón causado por infección, en las mujeres lactantes, es una causa frecuente de abandono de la lactancia.
Desde hace tiempo en la página de
Alba Lactancia Materna  se explica cual puede ser la causa, el diagnóstico y el tratamiento. En ella también se recomienda la administración a la madre de probióticos como el lactobacilo, como parte del tratamiento de esta afección. A falta de estos, se pueden usar otros probioticos disponibles en el mercado, lo importante es mejorar la flora intestinal y aumentar su biodiversidad, ya que la flora bacteriana de las glandulas mamarias va directamente relacionada con la intestinal. Parece que hasta la posición del niño en el nacimiento al pasar por el canal del parto, podría favorecer esta diversidad bacteriana.

En este artículo extraído del portal 
Servicio de Información y Noticias Científicas, se explica con más detalle el funcionamiento de los probióticos.
Un grupo de investigación de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) ha probado con éxito un nuevo tratamiento a base de bacterias lácticas en mujeres afectadas de mastitis, una inflamación del pecho asociada a la lactancia que constituye la primera causa médica del abandono de esta práctica.

Imagen al microscopio de un lactobacilo (Lactobacillus gasseri, señalado con una flecha), junto a una célula del sistema inmune (célula dendrítica, CD). Foto: UCM.

Hasta un quince por ciento de las mujeres que deciden amamantar a sus bebés llegan a sufrir mastitis, una enfermedad que se da durante la lactancia y que produce la inflamación de la mama, acompañada casi siempre de infección y fuertes dolores. El tratamiento que se realiza habitualmente, la toma de antibióticos, sólo surte resultado en apenas una décima parte de de los casos tratados. Ahora, un grupo de investigación de la UCM ha desarrollado una terapia con lactobacilos que se ha demostrado eficaz en la gran mayoría de ellos.
Juan Miguel Rodríguez Gómez, director de la investigación, explica así la naturaleza de esta enfermedad: “La mastitis se produce básicamente por una alteración del tipo de microorganismos que hay en la glándula mamaria. Al final del embarazo y durante la lactancia existe una gran diversidad bacteriana, importante tanto para el neonato como para la madre. Cuando se produce una mastitis, esa diversidad bacteriana se transforma en prácticamente un monocultivo, formado por estafilococos la mayoría de las veces y, más ocasionalmente, por estreptococos y otros microorganismos”.

El problema del tratamiento habitual, la administración de antibióticos, radica en que “se dan unos antibióticos por defecto (generalmente beta-lactámicos), sin llevar a cabo ningún análisis previo. Dado que la mayor parte de los estafilococos implicados son resistentes a estos antibióticos, el tratamiento suele conducir a un empeoramiento de los síntomas y a una cronificación de la infección.
Las mujeres afectadas sólo tienen dos opciones, o aguantar el dolor, o abandonar la lactancia”. Esta enfermedad, de hecho, constituye la primera causa médica de abandono precoz de la lactancia materna, una práctica que la Organización Mundial de la Salud recomienda de forma exclusiva durante al menos los seis primeros meses de vida del recién nacido, por sus beneficios sobre la salud a corto y a largo plazo.
Probióticos para restablecer el equilibrio microbiano.
El método desarrollado por el grupo de investigación de la Complutense se basa en la administración de probióticos, unos microorganismos basados en bacterias lácticas que, si se toman en la cantidad suficiente y de manera continuada, resultan beneficiosos para el sistema inmunitario. El objetivo del tratamiento consiste en la administración de algunas de las bacterias presentes habitualmente en la leche materna, pero que no se encuentran en la de las afectadas por mastitis, restableciendo así el equilibrio microbiano.
Tras varios años de trabajo, el equipo científico ha aislado, de una colección de unos 1.500 lactobacilos de leche humana, cuatro cepas que resultan eficaces en el tratamiento de la mastitis. El experimento, que se llevó a cabo en veinte mujeres, a las que se dio o bien el preparado, o bien un excipiente que funcionara como placebo, ha sido todo un éxito: todas las afectadas que tomaron los probióticos mejoraron rápidamente en un periodo de entre cinco y siete días, al contrario que aquellas que sólo tomaron el placebo.
Estos probióticos, por lo tanto, ya han demostrado su eficacia. El siguiente paso para poder aplicarlos a gran escala es la experimentación en un número mayor de pacientes, lo que ya se está llevando a cabo en un grupo de 300 mujeres. El objetivo en este caso será averiguar hasta qué punto son efectivos según el tipo de mastitis, la gravedad de la misma, etc.
Según los investigadores, el tratamiento exclusivamente con lactobacilos está indicado en los casos de mastitis leve o moderada, mientras que cuando la dolencia es más grave es preferible la acción combinada con antibióticos compatibles con la lactancia. Después del tratamiento con probióticos, y una vez la enfermedad ha remitido, aproximadamente un cincuenta por ciento de las afectadas puede continuar la lactancia con normalidad, sin necesidad de suplementos.
La otra mitad, según estos primeros resultados, seguirá necesitando los probióticos a lo largo de todo el periodo de lactancia para mantener el equilibrio de la flora bacteriana. Esto, sin embargo, no entraña ningún peligro, ya que se trata de una terapia completamente inocua que se podría mantener sin problemas a lo largo de toda la vida.
El trabajo realizado por el equipo de la Complutense aporta más novedades: en él se ha realizado por primera vez en el mundo un análisis microbiológico exhaustivo de la leche materna en mujeres con mastitis. De hecho, el equipo está recibiendo miles muestras para su análisis procedentes de ambulatorios, hospitales, asociaciones de lactancia y particulares de toda España e incluso de diversos países europeos y americanos.
Además, los investigadores han realizado otro hallazgo de gran relevancia, esta vez en el plano de la ciencia básica: han encontrado el mecanismo por el que las bacterias que colonizan la glándula mamaria durante el periodo próximo al nacimiento llegan allí desde el intestino. Según Rodríguez, en esta etapa “algunas bacterias del intestino materno son capaces de asociarse a ciertas células del sistema inmunitario y migrar con ellas a la glándula mamaria mediante una vía endógena: la ruta entero-mamaria”. “Este descubrimiento –añade– abre nuevas perspectivas al uso de probióticos en mujeres embarazadas o en fase de lactancia”.

lunes, 28 de marzo de 2011

Mastitis

La mastitis es una inflamación del pecho que puede o no acompañarse de infección. Normalmente esto se asocia con la lactancia, por lo que también se denomina mastitis lactacional ya que se produce en un 10% de las mujeres lactantes. Debido a esta inflamación se puede producir pus en la mama generándose lo que se denomina absceso mamario.
Todo esto se ha visto que puede ser desencadenado por el vaciamiento ineficaz de la leche debido a una mala técnica de lactancia y suele ser más frecuente en la segunda y tercera semana postparto, a pesar de que puede ocurrir en cualquier momento de la lactancia.

CAUSAS DE LA MASTITIS
La causa primaria de la mastitis es la estasis u obstrucción de la leche, la cual puede venir o no acompañada de infección. Esta obstrucción se produce cuando la leche no se extrae del pecho eficazmente y esto se puede deber a varias causas:
Ingurgitación mamaria o congestión mamaria: sucede cuando el pecho está repleto tanto de leche como de líquido tisular. El drenaje venoso y linfático está obstruido, el flujo de leche obstaculizado y la presión en los conductos lácteos y en los alvéolos aumenta. Los pechos se ponen hinchados y edematosos. Esto produce la acumulación excesiva de leche en las mamas, por lo que la leche queda retenida dentro del pecho y fluye con muchísima dificultad.
Frecuencia de las tomas: se ha observado que cuando se establece un horario para las tomas de leche del bebé, la ingurgitación seguida de mastitis es más común. En muchas mujeres, se ha visto que si pierden una toma o incrementan el tiempo entre toma y toma, puede aparecer esta inflamación.
Agarre al pecho: es el principal factor que predispone a la mastitis. Si el bebé no se agarra bien al pecho, la leche no se extrae adecuadamente. El mal agarre puede provocar también la aparición de grietas o fisuras en el pezón. Debido al dolor que estas provocan, muchas mujeres tienden a evitar la alimentación en ese pecho lo que puede conducir a la mastitis.
Lado preferido y succión del pecho ineficaz: en algunas ocasiones la madre encuentra más fácil ponerse al niño en un lado que en otro, de forma que en el lado en el que se alimenta con menor frecuencia puede aparecer mastitis. Algunos estudios han relacionado este hecho con la lateralidad de la madre, es decir, si la madre es diestra o zurda.


FACTORES DE RIESGO Y PREVENCIÓN DE LA MASTITIS
Se ha visto que hay varios factores de riesgo que pueden conducir a la mastitis. Entre ellos están:
Edad: algunos estudios señalan que las mujeres de 21 a 35 años son más propensas a desarrollar mastitis que las menores de 21 y mayores de 35 años.
Mastitis previa: hay pruebas que indican que un primer episodio de mastitis predispone a la recurrencia.
Nutrición: se ha visto que los antioxidantes como la vitamina E, vitamina A y el Selenio, pueden reducir el riesgo de inflamación mamaria.
Estrés y fatiga, trabajo fuera de casa y traumatismos, entre otros.
Por lo tanto, la mastitis y el absceso mamario pueden prevenirse en gran parte, si la lactancia materna se guía adecuadamente desde el principio. Con ello, se pretende evitar situaciones que producen estasis de la leche y si se tratan rápidamente los síntomas precoces como la ingurgitación, el conducto bloqueado y el dolor de los pezones, se puede evitar suspender la lactancia.
Así, si la lactancia materna continúa o se interrumpe después de un episodio de mastitis o absceso mamario, y cuanto tiempo continúa, depende en parte del asesoramiento y la ayuda que recibe la madre. Si recibe orientación adecuada y apoyo clínico y emocional, debería recuperarse completamente y no experimentar problemas con subsiguientes lactancias. Si por el contrario recibe escasa orientación y apoyo puede que nunca vuelva a amamantar.